Entender el signo de los tiempos

¿Cuáles son las lecciones más importantes de las protestas de Génova de 2001? Se lo preguntamos a la co-presidenta de transform! europe, Cornelia Hildebrandt.

Creo que las lecciones que nos dejan las protestas de Génova nos ayudan a entender cómo podemos entender y reaccionar ante el signo de los tiempos, esto es:

1. Entender los cambios fundamentales del propio capitalismo y responder a ellos políticamente.

2. Garantizar que las protestas son capaces de mantenerse en el tiempo y desarrollar nuevas formas de organización de protestas transnacionales.

3. Organizarse de forma que se preserve la capacidad de innovar de las nuevas organizaciones transnacionales.

El movimiento antiglobalización de finales de los años 90 surgió en una nueva fase del desarrollo capitalista. Las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (NTICs) provocaron cambios fundamentales en la producción y en la reproducción a nivel mundial. Las cadenas de producción globalizadas debían ser aseguradas por nuevos acuerdos financieros, económicos y comerciales transnacionales con nuevas instituciones como: el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA, por sus siglas en inglés) en 1994 y la Organización Mundial del Comercio (OMC) en 1995 y el Acuerdo Multilateral de Inversiones (MAI, por sus siglas en inglés) de 1995.

Se formaron protestas contra este desarrollo: en primer lugar, los zapatistas mexicanos contra el NAFTA en 1994 y el movimiento mundial contra el MAI, que finalmente tuvo éxito, en 1997/1998. Estos fueron algunos de los precursores de las protestas de Génova de 2001. No aparecieron de la nada, sino que se basaron en las protestas contra la OMC, contra el G8 y contra las políticas del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional.

Surgieron nuevas organizaciones -por ejemplo, Attac- y se crearon nuevas formas de organización, como los Foros Sociales, tanto el mundial como el europeo.

Aunque los Foros Sociales y organizaciones como Attac ya no desempeñan un papel central, las experiencias de Seattle, Génova, Florencia, París, Londres, Atenas y Estambul siguen informando las formas actuales de militancia.

Estas experiencias fueron incorporadas en las protestas contra las políticas de austeridad de la Troika.

En estas protestas contra la austeridad también se ensayaron nuevas formas de participación. Surgieron nuevos movimientos sociales y nuevos actores políticos con nuevos proyectos de partido que condujeron al gobierno de izquierda radical de Grecia en 2015. Y la lucha de Syriza contra la política de los memorándums, contra las instituciones de la Troika, fue por supuesto una lucha europea. El problema fue que, fuera de Grecia, los partidos de izquierda fueron incapaces de movilizar un apoyo interno significativo para la lucha de Syriza contra la Troika, con la única excepción de otros países del Sur de Europa, donde la crisis y las medidas de austeridad estuvieron asociadas a las consecuencias sociales y económicas más duras. Así, mientras esta lucha mostraba la fuerza de Syriza a nivel nacional, dejaba al descubierto la debilidad de la izquierda europea en su conjunto. A nivel europeo, la solidaridad con Syriza siguió siendo esencialmente simbólica.

La oposición en Europa, como la huelga general en España y Portugal y cierto activismo en otros países, fue una excepción que, más tarde (en 2016), incluyó también la lucha contra el TTIP.

Todo esto apuntaba a la necesidad de un nuevo nivel en la movilización y organización europea. El periodo de protestas contra la austeridad también vio el desarrollo de los movimientos de mujeres. En España, por ejemplo, convocaron una huelga general feminista. Las demandas eran las libertades civiles y el derecho a decidir sobre su propio cuerpo. Las protestas de las mujeres contra el endurecimiento de la normativa sobre el aborto fueron enfáticas y de una escala mucho más amplia que las de la izquierda tradicional y la nueva izquierda. Más tarde, esto también se extendió a Polonia. En 2018, las luchas ecológicas adquirieron un nuevo significado con Greta Thunberg y Fridays for Future. En 2020, como consecuencia de la violencia policial contra las personas de color en Estados Unidos y muchos otros países, surgió el movimiento Black Lives Matter.

Hoy, 20 años después de Génova, ¿no estamos de nuevo en un punto en el que algo fundamental parece estar cambiando?

¿No estamos de nuevo en una encrucijada del capitalismo ante la inminente catástrofe climática, la guerra y la destrucción y las pandemias, y las nuevas perturbaciones en la producción y en los estilos de vida debidos a la digitalización?

Los desafíos globales requieren luchas globales por los derechos sociales y democráticos globales para cada ser humano.

¿Qué significa esto para la izquierda en Europa?

Los Foros Sociales Europeos -el gran espacio abierto de reflexión y de prácticas alternativas- encuentran su continuación en los foros monográficos. Sin embargo, éstos ya no tienen la importancia de los foros anteriores como espacios abiertos de diversidad de pensamiento y prácticas alternativas en los que confluyen diferentes movimientos, actores y luchas.

Necesitamos un nuevo comienzo. Las condiciones son favorables: hay un nuevo movimiento contra el cambio climático, contra el racismo y el neofascismo, contra la injusticia social, por la vivienda y el derecho al agua, por la democracia, la autodeterminación y la igualdad de género. Y tenemos la experiencia de las luchas antiglobalización. También tenemos las experiencias de los foros sociales y para la formación de nuevas organizaciones.

Un primer paso para la izquierda política en Europa podría ser abrir los foros europeos del Partido de la Izquierda Europea a los movimientos sociales y a los actores de la sociedad civil. ¿Por qué no ampliar el foro para incluir mayor variedad, un ágora de actores de la sociedad civil? Esto haría el foro más atractivo para una izquierda social más amplia.

Se necesitan nuevas formas de cooperación internacional, como la que se está desarrollando en el marco de la Conferencia de la ONU sobre el Cambio Climático (COP26). Sobre todo, necesitamos proyectos europeos unificadores que reflejen la diversidad de protestas y luchas contra el capitalismo actual.