La re-parlamentarización de la política francesa

El domingo 19 de junio terminó una larga secuencia electoral en Francia que comenzó el 10 de abril durante la primera ronda de las elecciones presidenciales.

Aunque en esta primera elección solo hubo un ganador, Emmanuel Macron, reelegido en la segunda vuelta frente a Marine Le Pen, el tripartito que ha dividido el campo político desde 2017 se reflejó fuertemente en los resultados y ahora estructura una asamblea nacional dividida entre el grupo Ensemble, la Nupes y los RN. Además, Los Republicanos resistieron mejor que en la carrera presidencial y actualmente tienen una posición estratégica en un escenario en el que el campo presidencial no tiene mayoría absoluta.

La derrota sin precedentes de la coalición legislativa del presidente ha dado paso a una nueva y volátil era

Las elecciones legislativas francesas de 2022 han sido totalmente inéditas. De acuerdo con las tendencias políticas previas, la victoria de Macron en las elecciones presidenciales debería haberle permitido asegurarse una amplia mayoría en la Asamblea Nacional. Incluso antes de la inversión del calendario electoral francés, todas las elecciones legislativas celebradas tras una elección presidencial confirmaban la elección del bando mayoritario. Esta realidad fue fuertemente interiorizada como un hecho inalterable por las fuerzas políticas en su forma de hacer campaña.

Por primera vez, la idea de que el Presidente de la República recién elegido fuera controlado por una asamblea de distinto color político era una opinión mayoritaria. Esta situación inédita invitó a los dirigentes de la Nueva Unión Popular Ecológica y Social (NUPES), con Jean-Luc Mélenchon a la cabeza, a lanzar una campaña innovadora escenificando la elección como una tercera vuelta de las elecciones presidenciales y valorando su resultado como la posibilidad de "elegir" a Mélenchon como Primer Ministro. Esta estrategia de alianza se apoyó, inmediatamente después de la segunda vuelta, en un acuerdo electoral entre los partidos de izquierda y en un programa compartido.

La elección también se diferenció de las anteriores por su resultado. Las fuerzas políticas del campo presidencial no lograron la mayoría absoluta de 289 escaños. Ensemble, la coalición presidencial que reúne al partido de Macron, Renaissance (antes La République En Marche), el Movimiento Democrático y Horizons obtuvo 245 escaños, NUPES obtuvo 131 (+22 por varios partidos de izquierda), mientras que la ultraderechista Agrupación Nacional (NR) obtuvo 89. Los macronistas se vieron obligados a pactar con Los Republicanos (74 escaños), menos derrotados que en las elecciones presidenciales.

La dinámica tripartita que caracterizó las elecciones presidenciales se refleja ahora en la Asamblea. Esta realidad tripartita es tanto más sorprendente en tanto que las reglas institucionales habían impedido el acceso a la Asamblea de un grupo de extrema derecha desde 1986 y reducido en gran medida el peso de la izquierda radical desde 2012.

Otro dato destacado fue la abstención, que alcanzó el 53%. En comparación con las elecciones presidenciales, el electorado se redujo a los votantes más activos, sin cambiar radicalmente los distintos sectores movilizados. Entender la dinámica de movilización/desmovilización y la definición de cada uno de los electorados ayuda a esclarecer esta situación inédita.

El campo presidencial está en plena ebullición

En 2017, La République En Marche obtuvieron ellos solos 314 representantes (361 para toda la coalición). En 2022, Ensemble solo obtuvo 245, de los cuales 170 para el partido presidencial. El desplome se amplifica con la eliminación de figuras emblemáticas de la “Macronia” (Richard Ferrand, Christophe Castaner, Jean-Michel Blanquer) y de miembros del gobierno de Élisabeth Borne formado el 20 de mayo (Amélie de Montchalin, ministra de Transición Ecológica; Brigitte Bourguignon, ministra de Solidaridad y Salud, y Justine Bénin, ministra del Mar) que se vieron obligados a abandonarlo.

Estos resultados sancionan la estrategia evasiva del partido presidencial. Durante una campaña marcada por una serie de polémicas -represión policial en el Stade de France, acusaciones de violencia sexual contra Damien Abad-, el bando macronista esperaba que la puesta en escena de su capacidad para gobernar le bastaría para obtener una mayoría.

Como en las elecciones presidenciales, Macron y sus candidatos reclutaron a los votantes del bloque burgués. Obtuvieron mejores resultados en las profesiones de alta dirección e intelectuales (33%) y entre los votantes de altos ingresos. El 36 por ciento de las categorías acomodadas (que ganan más de 2.500 euros al mes) y el 33 por ciento de las clases medias altas (1.900-2.500 euros) votaron a la coalición presidencial, frente al 22 por ciento de las categorías humildes (900-1.300 euros) y el 11 por ciento de las categorías pobres (menos de 900 euros).

Tras el maremoto macronista en las elecciones legislativas de 2017, las olas de la mayoría volvieron a fluir hacia el oeste, lo que constituye ahora su zona de mayor fortaleza. Este descenso beneficia principalmente a la RN en el Norte y el Sureste, y a NUPES en las grandes ciudades y en la región de París. En Île de France, Ensemble ha bajado ocho puntos con respecto a 2017. Este descenso va acompañado de un desplazamiento hacia el oeste de la región, que corresponde a los barrios favorecidos, como durante las elecciones presidenciales.

Varios factores explican el declive del bloque macronista. En primer lugar, el quinquenio ha hecho que la derecha abra espacio a la unión de la izquierda. Esto devuelve al conjunto circunscripciones que tradicionalmente estaban adscritas al campo de la izquierda. Pero este desplazamiento hacia la derecha no ha logrado compensar lo que pierden en la izquierda, debido en particular a la resistencia de Los Republicanos que limitan la expansión por la derecha del bloque macronista.

Por último, el hundimiento del Frente Republicano impidió que el bando presidencial ganara lo suficiente en la segunda vuelta contra la Agrupación Nacional. En el caso de la segunda vuelta entre un candidato de la RN y otro de la Agrupación, sólo el 31% de los votantes de la NUPES se movilizaron para bloquear a la RN (45% de abstención y 24% para la RN), que ganó el 52%.

¿El fin del “cordón sanitario” republicano?

Después de que Marine Le Pen fracasara en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, en las que aún obtuvo más de 13 millones de votos, la Agrupación Nacional puso en marcha una discreta campaña legislativa sin resonancia nacional. Sus manifestaciones se basaron menos en desarrollar propuestas que en desacreditar la estrategia de Mélenchon y NUPES. Esta falta de ambición mostrada a nivel nacional enmascaró sin duda el trabajo de campaña realizado a nivel local y llevó a muchos observadores a subestimar los resultados que la formación de extrema derecha podía obtener. La RN aumentó su voto legislativo en la primera vuelta en más de 1,2 millones de votos en comparación con 2017.

A pesar del millón de votos obtenidos por los candidatos de Reconquête, el partido de extrema derecha liderado por Éric Zemmour, el partido de Le Pen se clasificó para la segunda vuelta en más de 200 circunscripciones, incluidas 110 en las que iba en cabeza. El éxito es doble para la RN, con la eliminación de todos los candidatos de Reconquête y una conversión sin precedentes de sus 200 calificaciones en la segunda vuelta en 89 escaños.

A pesar de los elevados resultados en las elecciones presidenciales, el RN no había conseguido formar un grupo en la Asamblea Nacional desde 1986. La RN, víctima tanto de la desmovilización generalizada de sus votantes, en gran parte procedentes de grupos de base de bajo nivel educativo, como del sistema de votación a dos vueltas en el que solía actuar el Frente Republicano, no conseguía convertir sus altos índices presidenciales en escaños parlamentarios.

Pero este año las cosas fueron diferentes. El RN se benefició de varios factores. En primer lugar, un impulso conjunto de normalización de sus temas por parte de un poderoso movimiento reaccionario apoyado por miembros del gobierno, figuras de la izquierda y de la derecha y por ciertos medios de comunicación, hasta el punto de que nociones ampliamente xenófobas como la teoría del "gran reemplazo" tienen ahora su lugar en los debates. La candidatura de Zemmour también contribuyó a desplazar el centro de gravedad de los debates hacia la extrema derecha y ayudó a crear diferentes corrientes de extrema derecha, complicando así este espacio ideológico. Así, la RN experimentó un descenso de votos menor entre las elecciones presidenciales y las legislativas (-4,5 puntos) que hace cinco años (-8 puntos), mientras que partía de un resultado más alto (23,15-21,30 por ciento), lo que sugiere una menor desmovilización de su electorado. 

Luego, la mayoría presidencial, al negarse a dar una instrucción de voto a nivel nacional en los duelos NUPES/RN, hizo que el Frente Republicano se derrumbara en los 200 distritos en los que RN se clasificó en la segunda vuelta. Así, sólo el 16% de las personas que votaron por un candidato de Ensemble en la primera vuelta, votaron por NUPES en la segunda vuelta contra un candidato de RN, el 72% se abstuvo y el 12% votó por RN. Parece que el miedo a una alianza de izquierdas con un plan de ruptura con la lógica neoliberal y xenófoba ha pesado más que el aluvión republicano. Al movimiento de normalización de la extrema derecha se ha sumado la demonización de NUPES y Mélenchon, lo que ha permitido a las fuerzas liberales desarrollar una retórica en torno a la imposibilidad de elegir entre estas dos fuerzas, ya que ambas eran "antirrepublicanas".

Esta victoria de la RN aumentará sus recursos financieros (7 millones de euros al año) y humanos (casi 200 empleados parlamentarios). Sin embargo, esto supone un doble reto para el partido. En primer lugar, los legisladores que busquen ganar legitimidad tendrán que demostrar que son capaces de realizar un trabajo parlamentario útil para sus electores. Esta postura choca con el estatus de partido antiestablishment que le gusta a RN. Entonces, la cobertura mediática y la formación de nuevas figuras del partido pueden crear un revuelo en el seno de RN, cuya gestión de la disidencia siempre acaba con la salida (voluntaria o forzada) de los que se desvían de la línea del líder del partido.

Nueva esperanza en la izquierda francesa

La primera vuelta de las elecciones presidenciales confirmó la posición central de La France Insoumise en la izquierda francesa. Por ello, abrió negociaciones con los partidos para llevar una candidatura conjunta a las elecciones legislativas. La izquierda llegó a un acuerdo electoral y programático para presentar candidatos únicos en torno a propuestas radicales como la jubilación a los 60 años, el salario mínimo de 1.500 euros o la “regla verde” (marco de planificación ecológica) en cada una de las 577 circunscripciones.

Esta estrategia permitió que la izquierda pasara de unos 60 a 153 representantes en un intergrupo conjunto, y que privara a Emmanuel Macron de la mayoría absoluta al erigirse en el primer bloque de la oposición.

En consonancia con los resultados de Mélenchon en las elecciones presidenciales, NUPES consolidó sus áreas de influencia en las grandes ciudades y en los territorios pobres (Seine-Saint-Denis, ultramar). Aunque el análisis de la edad ha servido en gran medida para comprender al electorado de izquierdas (muy bajo entre los pensionistas y muy alto entre los jóvenes), sigue siendo insuficiente. Las elevadas tasas de desempleados (28%), de personas con ingresos inferiores a 900 euros al mes (32%) y de personas con estudios superiores al bachillerato (29%), definen, como en las elecciones presidenciales, a un grupo de votantes que pertenecen tanto a los segmentos infravalorados y precarios del mercado laboral como a los diplomados que no obtienen una remuneración muy alta.

Desde el punto de vista geográfico, muchos comentaristas están preocupados por el declive de la izquierda en las zonas rurales, donde domina la RN. Además, algunos en NUPES señalan con el dedo al programa, considerado demasiado radical en cuanto al laicismo y las relaciones con las minorías y/o la policía, lo que habría apartado a la izquierda de los votantes en las zonas rurales, en donde dominaría la cólera social. Proponen una estrategia destinada a conquistar esta parte del electorado seducido por la extrema derecha.

Dos elementos nos sugieren que el alcance de esta interpretación es muy limitado. Por un lado, el paso del voto RN al voto de izquierda es casi residual e incluso en caso de duelo en la segunda vuelta entre Ensemble y NUPES, sólo el 18% de los votantes de RN votaron a la izquierda, lo que refleja la dificultad de recuperarlos del voto a Le Pen.

Luego, durante las elecciones presidenciales, no hubo un subvoto evidente para Mélenchon en las zonas rurales. La importancia del voto de RN en estas zonas geográficas no implica, por tanto, la incapacidad de la izquierda para dirigirse a estas poblaciones, sino simplemente la necesidad de comprender las especificidades ocultas tras el término “ruralidad”. Por último, las elecciones presidenciales demostraron que la capacidad de articular los temas del antirracismo, el feminismo y la ecología con las cuestiones sociales y económicas era una baza importante para una amplia movilización y un trabajo conjunto con los movimientos sociales.

Por una Ecología Popular

La cuestión de la ecología es emblemática desde este punto de vista. Electoralmente, la cuestión era captada principalmente por el Partido Verde (EELV) y luego por candidatos alternativos (agricultores o defensores de los animales), reclutando un electorado predominantemente urbano hasta las elecciones presidenciales de 2022, altamente cualificado y procedente de empleos asalariados. Esta sectorización social se vio reforzada por una visión individual y ética de la ecología, que la convertía menos en una ideología política que en una serie de hábitos y conductas vitales, como el comer.

La despolitización de la ecología también ha llevado a sacar el tema de las clases trabajadoras, pese a que son las que menos carbono consumen y al mismo tiempo las más expuestas al cambio climático.

Pero la NUPES parece haber superado en gran medida estos obstáculos. En primer lugar, durante la campaña presidencial, Mélenchon elaboró un proyecto medioambiental que se enfrentaba al capitalismo financiarizado, situando las cuestiones sociales y de empleo en el centro y otorgando al Estado un papel central: la planificación ecológica como palanca para respetar los ritmos ecológicos globales y desarrollar y anticipar los oficios necesarios.

Luego, el trabajo de acuerdo electoral y programático realizado por NUPES permitió decidir cómo tratar la ecología: primero incluyéndola en un proyecto de izquierda radical fuertemente articulado, pero también trazando una línea divisoria entre este proyecto y la creencia en la capacidad de la economía de mercado, la innovación y las nuevas tecnologías para superar la crisis ecológica, asociada a la corriente liberal. Una vez aclarado esto, la ecología es ahora una plataforma radical común para esta izquierda parlamentaria.

NUPES también tiene la ambición de constituir un nivel de organización que permita a las figuras asociativas y sindicales implicadas en las luchas en curso participar en esta dinámica política. Por ejemplo, la Asamblea Nacional cuenta ahora entre sus miembros con Aurélie Trouvé, ex presidenta de ATTAC; Rachel Kéké, diputada y dirigente sindical que luchó victoriosamente contra el grupo hotelero Accor; Alma Dufour, activista medioambiental que coordinó una campaña contra Amazon; y François Piquemal, activista por el derecho a la vivienda. En este sentido, NUPES contribuyó a cambiar la tendencia de las elecciones legislativas.

A partir de ahora, el reto será mantener la unidad y los números, pero conservando el centro de gravedad en el polo del radicalismo, centrado en la defensa de una perspectiva antirracista, feminista, anticapitalista y ecológica.

Publicado originalmente en la página web de la Oficina de Bruselas de la Fundación Rosa Luxemburgo.

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