La resistencia debe realizarse con la lucha política

Un comentario desde Francia después de los antentados terroristas del 13 de noviembre

Viendo los atentados terroristas en París predomina la consternación. No importa con qué palabras expresemos nuestros sentimientos, sea asco, repugnancia, solidaridad o interiorización, no son suficientes para describir lo ocurrido.
El primer reflejo es mostrar determinación. La unidad nacional parece ser lo más indicado frente a este ataque inaceptable. “Nos encontramos en guerra” dice la mayor parte de los responsables políticos. Y en la guerra todo está permitido. Lo que importa es conseguir la victoria. La  derecha política va aún más allá y exige la limitación de los principios del “estado de derecho”.     
Pero lo más peligroso para nuestra democracia es la tentación de eliminar el debate y la lucha política. Política significa trabajar juntos por el futuro de un país y realizar un debate público acerca de las posibles soluciones en una situación concreta. Cuánto más difícil es una situación, menos se puede confiar en recetas preestablecidas y se hace más necesario llevar a cabo un debate sobre las distintas posturas políticas.   
¿Quién puede estar seriamente convencido de que podremos hacer frente adecuadamente a este reto con una retórica belicista? El objetivo de los terroristas es dividir a la sociedad y llamar a una guerra entre las civilizaciones, de la que sólo ellos pueden salir victoriosos. Ellos quieren acabar con los principios en los que se basa nuestra sociedad: “Libertad, Igualdad, Fraternidad”.  Pero esos principios ya están en peligro, sea por las políticas neoliberales, que obligan, a cada vez más personas, a llevar una vida precaria, o por las políticas de seguridad que ejercen un control creciente sobre los pueblos.  
Pero estas medidas, tal y como se ha visto claramente, no son adecuadas para combatir el terrorismo. El estado tiene naturalmente la obligación de proteger a la población. Pero la implementación de este deber no puede ser técnica y depende de las disposiciones y de los objetivos políticos. Y es nuestro derecho y nuestra obligación realizar un debate sobre estos objetivos.  
¿Es el presidente de la república un “señor de la guerra”? ¿Qué objetivos persigue Francia con su participación en las guerras que se libran en el mundo? ¿Y dónde se debatieron y se decidieron? Y estas preguntas exigen lo siguiente: Un debate público sobre la política exterior francesa (desde las últimas décadas hasta el presente). Pero también es necesario realizar ese debate dentro de la UE.
¿Se podrán cerrar realmente los enormes abismos existentes en la sociedad francesa a través de un discurso bélico, que se puede convertir rápidamente en una guerra civil y en “una guerra contra el enemigo interno”? En una situación tan extrema como ahora, nuestra solidaridad nacional no debe conducir a una nivelación de las contraposiciones políticas y sociales dentro de la nación. Tenemos que afrontar las cuestiones, a las que nos enfrentamos ahora, desde una perspectiva política

Traducción: José Luis Martínez Redondo