Miedo, aversión y pobreza

El mapa postelectoral de Italia tiene dos rasgos principales: miedo y pobreza. Las regiones del norte y centro han hecho una coalición de centro derecha donde el líder ya no es Silvio Berlusconi de Forza Italia, sino Matteo Salvini de la Liga, que abandonó su énfasis anterior de ‘Lega Nord’ para convertirlo en un Frente Nacional al estilo Le Pen.

En las regiones del norte de Lombardía y Véneto, el centro-derecha ha logrado más del 50%, la Liga ha alcanzado entre el 33 y el 38% en sus zonas tradicionales. En el Piamonte, fuera del área de Turín, el centro-derecha está cerca del 50%, con una Liga más débil. En el resto del Norte, el centro-derecha ha logrado, casi en todas partes, más del 40%, en Emilia, Toscana y Umbría, el porcentaje supera el 35%, en Lacio, excluida Roma, está en un 40%.

En las regiones del sur (incluyendo Marche) el Movimiento de Cinco Estrellas (Cinque Stelle) ha crecido fuertemente, alcanzando casi el 50% de los votos en Sicilia y el norte de Campania, más del 40% en Calabria, Basilicata, Puglia, Molise y Cerdeña.

Más compleja es la imagen de las grandes ciudades. El centroderecha gana algunos diputados en Turín, Milán, Venecia y Palermo. Cinque Stelle conquistan escaños en Turín, Génova, Palermo, Roma y Nápoles. En Turín, Milán, Bolonia, Florencia, Roma también consigue diputados el Partido Demócrata.

El 37-38% (respectivamente en la Cámara y el Senado) que ha logrado el centro-derecha proviene del éxito de la Liga, pasó del 4% en las elecciones generales de 2013, al 6% en las elecciones europeas de 2014, al 18 % en estas elecciones, mientras que Forza Italia cae del 22% en 2013 al 17% en 2014 y al 14% actual. El 32-33% (respectivamente en el Senado y la Cámara, con un electorado más joven) de Cinque Stelle debería compararse con el 26% de las elecciones generales de 2013 y con el 21% de las elecciones europeas de 2014.

Matteo Renzi es el claro perdedor de las elecciones, con su Partido Demócrata obteniendo el 19% de los votos, tuvo el 25% hace cinco años y llegó al 41% en las elecciones europeas de 2014, y su coalición alcanzó un total del 23%, incluyendo el 2.6% del partido ‘Más Europa’ de Emma Bonino. En la izquierda, ‘Liberi e Uguali’ obtuvo un poco más del 3% de los votos, sin construir una oposición izquierdista significativa. La participación fue similar a la de hace cinco años, alrededor del 75%, mientras que en las elecciones europeas se redujo al 57%.

Descontento compartido

El centro-derecha y Cinque Stelle han logrado un éxito paralelo, alimentado por ingredientes comunes: voto de protesta, retórica populista, crítica a Europa, sentimientos antiinmigrantes. En la coalición de centro-derecha, tales impulsores coexisten con intereses muy distantes: Los de los ricos y poderosos en torno a Berlusconi. El equilibrio de las relaciones de poder internas en la coalición será difícil de resolver, en términos de hegemonía política incluso antes de la formación de un gobierno. En Cinque Stelle, esos ingredientes conviven con el intento de lograr una transformación del movimiento de protesta al partido gubernamental, con una evolución, en términos de identidad y agenda política, que todavía no se ha trazado.

Estos mismos impulsores, sin embargo, han tomado diferentes direcciones en el Norte y el Sur. Las raíces de la Liga en las regiones del norte han expresado demandas de impuestos más bajos, para proteger los ingresos decrecientes, las identidades locales y nacionales. El sur – que ha sido "dejado atrás" por la evolución política y económica, abandonado con la nueva emigración, marcado por la degradación social y los poderes criminales – ha expresado una protesta que exige un nuevo poder político. El principal problema del intento de Matteo Salvini de construir un "Frente Nacional" italiano ha sido su incapacidad de superar estas divisiones regionales.

Diez años de severa crisis económica y social son el telón de fondo de todos estos desarrollos. El ingreso per cápita de Italia ha vuelto a los niveles de hace veinte años; detrás de este promedio hay un colapso, de alrededor del 30%, de los ingresos del 25% de los italianos más pobres, que viven en el sur o en las periferias en declive del centro-norte. Veinte años de estancamiento y declive significa una generación con expectativas cada vez más bajas en términos de ingresos, trabajo y vida. El empobrecimiento se ha convertido en una realidad para una gran parte de los italianos. El voto de Cinque Stelle refleja la pobreza del Sur: Su propuesta de un ingreso mínimo general ha sido atractivo en este sentido. El voto para la Liga expresa el temor al empobrecimiento en el Norte. Solo en los centros de las principales ciudades, donde viven los más ricos y mejor educados, y la economía es mejor, el voto ha tomado diferentes direcciones, yendo a Forza Italia y al Partido Demócrata.

El factor migración

La pobreza va unida al miedo. El temor a empeorar las condiciones económicas y el estatus social, el temor de tener inmigrantes al lado, otros pobres que compiten por menos empleos poco calificados y servicios públicos más escasos. En las elecciones, el miedo más inquietante fue el que se tiene a los inmigrantes: los aterrizajes en Lampedusa, la incapacidad para integrarlos, los asesinatos y disparos ocurridos en Macerata. Matteo Salvini convirtió las actitudes antiinmigración en su herramienta política más eficaz. Cinque Stelle mostró la misma hostilidad llamando a las ONG que salvan inmigrantes "taxis acuáticos" del Mediterráneo para extranjeros ilegales y se niega a votar por un proyecto de ley que otorgue la ciudadanía a italianos de segunda generación de origen inmigrante.

El miedo y la pobreza, en un extraño giro, se han convertido en las principales fuerzas que moldean la política italiana. El miedo es ahora la ideología de la Liga, la pobreza es la condición del éxito de Cinque Stelle. Sustituyendo a izquierda y derecha, ahora tenemos la política del miedo y el lamento de los empobrecidos, los excluidos de la "casta" de los poderosos.

La tragedia de la izquierda es que durante más de doscientos años la igualdad, la seguridad social y la solidaridad han sido sus banderas. Se han ido perdiendo gradualmente en la pérdida de identidades colectivas, en prácticas políticas cada vez menores, en políticas gubernamentales que contrastaban cada vez más con esos valores. En esta degradación política, se debe enfatizar que los impulsos peligrosos como el miedo y la pobreza se expresan con las herramientas de la democracia: La participación del 75% de los votantes y los archivos son las únicas buenas noticias del 4 de marzo de 2018.

Este artículo se publico primero en Social Europe (6 de marzo de 2018).

Traducción: José Luis Martínez Redondo