Diario de un delegado sindical pandémico

Después de la muerte de mi colega y amigo, me convertí en el principal representante sindical en mi lugar de trabajo, una pequeña organización benéfica que ayuda a personas discapacitadas en Lambeth (Londres). Como muchos otros activistas sindicales en Europa, ahora estoy involucrado en la lucha de los trabajadores por un lugar de trabajo seguro…

En el Reino Unido, las organizaciones benéficas como la mía realizan un trabajo esencial para las personas con discapacidad. Les ayudamos a acceder a los beneficios de la seguridad social, a hacer ejercicio y a practicar deporte, y contratamos a su propio personal de apoyo para la atención social. Mi colega y amigo Sean era el principal representante sindical en nuestro centro de trabajo y yo era el representante de igualdad, lo que significaba que a menudo le ayudaba con las tareas sindicales. Ambos éramos miembros de UNITE, el sindicato más grande del Reino Unido. Ahora que se ha fortalecido el trabajo en torno a la igualdad en el sindicato, las personas que forman parte de uno de los comités de igualdad (Minorías Negras y Étnicas, Mujeres, LGBT+ y Discapacidad) también tienen un puesto con voto en el comité de industria del sector en el que trabajan. Por lo tanto, al tener un puesto en el Comité LGBT+ regional del sindicato para Londres y la región este, también soy representante en el comité de las organizaciones sin fines de lucro, que representa a quienes trabajan en el sector del voluntariado en toda la región.  

… en la situación más difícil

Poco tiempo después, Sean murió de un infarto. Yo me encontraba absolutamente consternado, perdimos tanto a un amigo como a un representante sindical influyente y experimentado. Convoqué una reunión de nuestros miembros en nuestro lugar de trabajo y acepté asumir el papel de representarnos. Para mí estaba claro que en algún momento nuestro jefe nos pediría que volviéramos a la oficina y que era fundamental que aprendiera todo lo que pudiera, y rápidamente, sobre salud y seguridad y cómo hacer que nuestro lugar de trabajo fuera seguro. En esta situación, los webinarios se convirtieron en una forma esencial de difundir información y discutir temas de actualidad. Entonces, en el apogeo de la pandemia, comencé a asistir a webminarios organizados por el Congreso Nacional de Sindicatos y también por UNITE, así como a leer las pautas de salud y seguridad que el sindicato envió a todos los lugares de trabajo. Todo esto supuso un campo nuevo para mí.

Los webminarios de los sindicatos significaron mucho más para mí que una simple forma de comunicar información vital. También conocí a representantes de otros sindicatos, en particular del sindicato de maestros y del sindicato de trabajadores del transporte. Ambos sindicatos representaban a trabajadores que estaban potencialmente en la primera línea frente al virus y, de hecho, más tarde se supo que muchos trabajadores del transporte habían muerto a causa del virus. El gobierno estaba presionando al sindicato de maestros, con el apoyo de la prensa de derecha, para que abriera escuelas inmediatamente en mayo y permitiera que los niños regresaran a la escuela. Los directores de escuela habían apoyado la reapertura, mientras que el sindicato de profesores tenía grandes preocupaciones sobre la salud y la seguridad de su personal y estaba ansioso por averiguar cuáles eran sus derechos legales. También informaron en el webminario que había habido un gran aumento en la afiliación sindical, ejemplo que se ha repetido en muchos sindicatos.

La afiliación sindical en el Reino Unido alcanzó un mínimo histórico (23%) hace unos años, pero la pandemia ha tenido como consecuencia el recordar a muchos trabajadores que los sindicatos son su escudo protector en una situación en la que muchos empleadores no estaban proporcionando a sus empleados equipo de protección, o peor, ordenándoles que volvieran a trabajar en circunstancias inseguras. 

Confrontación

Es en medio de esta difícil situación que convoqué una reunión en el trabajo con todos los miembros del sindicato y todos estuvimos de acuerdo en que la dirección de la empresa tendría que cumplir completamente con las normas de salud y seguridad. Un dirigente sindical liberado también asistió para explicarnos cuál era la opinión del sindicato sobre el virus. La conclusión, señaló, es que el sindicato no cree que nadie deba volver al trabajo a menos que sea absolutamente esencial. Todos estuvimos de acuerdo en que era nuestra posición.

En este punto, la línea del gobierno era que las personas deberían trabajar desde casa siempre que fuera posible y que también deberían evitar el transporte público. Estaba claro que el gobierno del Reino Unido estaba perdiendo el control del virus a medida que aumentaban las tasas de infección y de mortalidad. Se hizo obvio que el Reino Unido tenía la tasa de mortalidad más alta de Europa e incluso más alta que en los EE.UU., con las cifras no oficiales de muertes en 65.000 (Oficina Británica de Estadísticas Nacionales, muertes adicionales por encima del promedio de muertes estacionales) y la oficial rondando las 40.000.

Gradualmente, desde principios de junio, el gobierno comenzó a abrir tiendas no esenciales y cambió de manera crucial el lema de las conferencias de prensa del gobierno desde el "Quédese en casa, manténgase seguro" al realmente confuso "¡Manténgase alerta, manténgase seguro!". Esta fue una clara señal de que el impacto económico de la pandemia estaba causando grandes quebraderos de cabeza al gobierno y que ahora se haría más hincapié en que la gente no se quedase en sus casas. Para mí, formando parte de un grupo de alto riesgo y estando confinado, esto no hacía ninguna diferencia en absoluto, pero sí que fue una señal para los sindicatos, que podrían encontrarse en situaciones de conflicto con los empleadores por volver al trabajo.

Regreso seguro al lugar de trabajo

En primer lugar, estaba claro que muchas organizaciones benéficas se encontraban en serios problemas financieros y querían despedir a muchos trabajadores. Sin embargo, UNITE había logrado persuadir a muchos de ellas a través de la presión y las negociaciones para mantener al personal y pagar acogiéndose al plan de licencia aprobado por el gobierno, que cubría el costo de los trabajadores empleados por organizaciones que ya no estaban en condiciones de pagarles. Este esquema, que continuó inicialmente hasta julio pero luego se extendió hasta octubre, fue diseñado para alentar a los empleadores a mantener al personal hasta que la situación económica se estabilizara y pudieran regresar al trabajo. No obstante, a medida que el impacto económico de la pandemia ha empeorado, está claro que muchos de estos trabajadores no tendrán trabajos a los que regresar y serán despedidos en octubre.

Sin embargo, lo que también surgió de la reunión fue que para algunas organizaciones benéficas, como la mía, que son bastante pequeñas, hacer que sus lugares de trabajo fueran seguros respecto a la Covid19 suponía un gran desafío, ya que muchos de los espacios de trabajo son viejos y estrechos y muy difíciles de adaptar al distanciamiento social. Este se ha convertido en uno de los temas más importantes para mí en las negociaciones con la dirección de la empresa.

La siguiente etapa en el proceso de organización para garantizar un regreso seguro al trabajo fue cuando quedó claro que habría tres fases. La empresa había decidido por su cuenta estas tres fases, aunque se ajustaban a la legislación vigente sobre seguridad. La primera sería una evaluación de riesgos para todo el edificio, a continuación una evaluación de riesgos individual y, finalmente, una evaluación de riesgos para la organización, que cubriría el espacio de oficinas y las cocinas utilizadas por la organización benéfica. Estaba claro que necesitaba que me consultaran sobre la evaluación de riesgos de la organización, pero no quedaba claro del todo que me tuvieran que consultar sobre las otras dos fases.

La "evaluación de riesgos del edificio" sería clave ya que todos los trabajadores deben acceder a la zona de recepción principal, a las zonas de ascensores, escaleras y, finalmente, a las habitaciones de la planta baja. Sabía que el edificio ya estaba abierto durante un número muy limitado de horas cada día y que los empleados de algunas otras organizaciones estaban ejecutando un servicio parcial desde sus oficinas. Hice una solicitud para ver el borrador de la evaluación de riesgos del edificio. El acuerdo fue que transmitiría mis comentarios al director, quien luego incorporaría esos comentarios (o no) en el documento borrador y lo devolvería a la compañía que administra el edificio.

Cuando recibí el borrador pude ver que, en términos generales, había un deseo de proteger tanto al personal como a los clientes. Aún así, estaba lleno de agujeros y algunos de ellos me alarmaron. Por ejemplo, no se mencionaban las máscaras faciales para quienes visitaban el edificio, se hacía referencia al distanciamiento seguro, pero no se definía cuál debería ser esa distancia. Sin embargo, lo más preocupante para mí fue la propuesta de que los empleados se reunieran con los clientes en dos habitaciones de la planta baja, ninguna de las cuales tenía ventilación alguna. Esto me alarmó y pedí que estas habitaciones fueran ventiladas después de cada visita y desinfectadas a fondo. El propietario del edificio tendría que realizar cambios en las habitaciones en cuestión.

El otro tema que me había trasladado el sindicato era que, aunque el gobierno había suavizado el consejo original de mantener una distancia social de 2 metros, las nuevas pautas del gobierno eran mucho más vagas, reduciéndose a 1 metro con máscara facial si era imposible mantener una distancia de 2. El sindicato todavía sostenía la opinión de que 2 metros era la distancia segura.

También me preocupan las "evaluaciones de riesgos individuales" elaboradas por la dirección y basadas en el nivel de exposición al peligro de un trabajador. Estos iban desde la salud y las discapacidades que podrían poner en riesgo al empleado hasta la cantidad de tiempo que tendría que pasar este en el transporte público si necesitan usarlo. Aunque el uso del transporte público para ir al trabajo puede no estar dentro de las competencias del empleador, es un factor importante que afecta a la salud de un empleado. Aparte de mí, hay otro miembro que pertenece a un grupo de alto riesgo y que vive con un padre anciano que está confinado. El resto de trabajadores tendrían que afrontar un largo viaje por el metro, por lo que muchas personas se sentían claramente inquietas ante la situación.

El gobierno de Johnson, en un intento de obligar a las personas a regresar al trabajo, acaba de abandonar su consejo anterior contra el uso del transporte público y ha alentado a las personas a regresar al trabajo si es posible usando dicho transporte público. Irónicamente, este consejo se emitió un día después de que el Asesor Científico Principal del gobierno le dijera a un comité parlamentario que, si es posible, la gente debería continuar trabajando desde casa y que consideraba esta como la alternativa más segura. Sin embargo, para algunos empleadores, este cambio en la posición del gobierno los alentaba a intentar obligar a los trabajadores de oficina a regresar al trabajo.

La situación en el Reino Unido sigue empeorando. El Asesor Científico Jefe predice un invierno muy difícil con nuevas oleadas del virus. El sistema de pruebas de rastreo del gobierno, que se ha subcontratado a empresas cercanas al Asesor Principal del Primer Ministro, se considera un mal chiste y ha sido ampliamente criticado por expertos médicos, que advierten que miles de infecciones no se detectan ni se prueban.

En medio de este desalentador panorama, con verdadero temor sobre cómo se las arreglará el sistema de salud y la perspectiva de millones de desempleados para octubre, lucho para proteger tanto los empleos como la salud de mis afiliados sindicales. Estoy seguro de que con suficiente presión y organización puedo asegurar que todos los trabajadores de mi lugar de trabajo volverán a trabajar de manera segura, pero solo regresaremos cuando ese lugar de trabajo sea 100% seguro de la Covid19. Muchos trabajadores ahora se dan cuenta de que los sindicatos son su principal escudo en esta crisis. A nivel micro, estoy contribuyendo a la lucha de los sindicatos y los sindicalistas contra un sistema cuya única razón de ser es el lucro y en el que la salud y la seguridad de los trabajadores ocupa un segundo plano. Me considero uno más de una legión de activistas sindicales en toda Europa que están involucrados en esta lucha por los derechos de los trabajadores a un lugar de trabajo seguro. Este es el primer capítulo de una nueva historia de lucha sindical.