¿Un terremoto? Sí y no.

Después del pronosticado y no menos espectacular resultado de la primera ronda de las elecciones presidenciales, la izquierda debe responder algunas preguntas urgentes: ¿Qué tenemos que hacer en dos semanas?Después del pronosticado y no menos espectacular resultado de la primera ronda de las elecciones presidenciales, la izquierda debe responder algunas preguntas urgentes: ¿Qué tenemos que hacer en dos semanas?

¿Apoyar a  Emmanuel Macron para asegurar que Marine Le Pen pierda? ¿Abstenerse en la votación, asumiendo así el riesgo de verla en el Palacio Eliseo? ¿Acaso los cinco años de "más de la misma" política no conducirían en última instancia a la victoria de la extrema derecha en 2022?
El Partido Comunista Francés ha decidido, sin mencionar el nombre de Emmanuel Macron, llamar a sus activistas a votar en contra del Frente Nacional. Jean-Luc Mélenchon no dio ninguna recomendación. A través de su plataforma de internet, France Insoumise procederá a una consulta online a los 400.000 inscritos en los próximos días, respetando así la democracia interna del movimiento.

Narrativas diferentes

Mientras tanto, han surgido narrativas diferentes para dar sentido a la primera ronda de las elecciones presidenciales francesas, que se celebraron el domingo 27 de abril.
Emmanuel Macron (En Marche, movimiento político centrista-neoliberal) y Marine Le Pen (Front National, extrema derecha) son los dos candidatos que han pasado a la segunda ronda. Las encuestas y predicciones de todo tipo resultaron ser ciertas, aunque la brecha entre los dos principales candidatos es mucho más estrecha de lo esperado. Ninguno de los partidos gobernantes habituales – Les Républicains (LR, conservadores) y el Parti Socialiste (PS, socialdemócratas) – llegaron a la segunda ronda. ¿Un terremoto? Si y no.
Observando los resultados de las elecciones anteriores, el resultado de Marine Le Pen y su paso a la segunda ronda no sorprenden del todo. Su ascenso se ha ido confirmando con firmeza en los últimos años, votación tras votación. Sin embargo, no estaba claro si llegaría a terminar primera, no lo logró. Emmanuel Macron – un desconocido para la opinión pública francesa hace tres años – se ha consagrado ahora como el enfant chéri de la République. Sin hacer campaña bajo el sello de un partido, lanzó su movimiento político afirmando no pertenecer ni a la izquierda ni a la derecha, pero anclado dentro del proyecto neoliberal diseñado para seguir implementando las reformas estructurales del mercado de trabajo que llevó a cabo como ministro de economía de François Hollande. ¿Podemos hablar realmente de un terremoto?

Unos resultados increíblemente Buenos para la izquierda

Jean-Luc Mélenchon (France Insoumise, movimiento político izquierdista e independiente, apoyado por los componentes del Front de Gauche), acercándose mucho al 20% de los votos, logró para la izquierda un resultado increíblemente alto, algo a lo que ya no estaba acostumbrada. Recogió los frutos de una estrategia muy creativa y eficiente, inspirándose en el concepto del populismo de izquierda de Ernesto Laclau y Chantal Mouffe, dirigiéndose al pueblo en base a un programa progresista pero sin referencias claras a la izquierda. Las encuestas indicaron su ascenso meteórico en las últimas semanas de la campaña, convirtiéndolo en el candidato de facto a votar para oponerse a la extrema derecha, a la derecha radicalizada y al centro neoliberal, contribuyendo así a exprimir aún más a Benoît Hamon ( PS), atrapado entre él y Emmanuel Macron con cada vez menos margen de maniobra. Mélenchon proponía un cambio profundo basado en la soberanía popular, la justicia social y la planificación ecológica.
Con un porcentaje por debajo del 7%, Benoît Hamon pagó el precio del descrédito de François Hollande, así como del PS en su conjunto. Un resultado tan débil desempeñará un papel tremendo en la inevitable recomposición de la izquierda, cuyo proceso comenzará a más tardar al día siguiente de la ronda final de las elecciones presidenciales. Es demasiado pronto para saber qué forma tomará, pero una cosa es cierta: el PS ya no jugará el papel dominante que había estado desempeñando desde la erosión del Partido Comunista Francés.
Traducción: José Luis Martínez Redondo