¿Hegemonía o consenso negociado?

Las elecciones en Rusia de este año no prometían ninguna gran sorpresa. Al final, hubo al menos una: Una victoria aplastante del partido político pro-Kremlin Rusia Unida (Yedinaya Rossiya) que obtuvo el 76% de los escaños en el parlamento ruso o en la Duma de Estado [1]

En consecuencia, el partido del Kremlin tiene una mayoría constitucional con 343 de 450 escaños en el parlamento de la Federación de Rusia. Un resultado récord después de 1990.
Los resultados finales de las elecciones de este año demuestran cambios en el entorno político de Rusia en los últimos cinco años. En 2011, las protestas políticas contra el gobierno ruso se incrementaron en las grandes ciudades de Rusia. Miles de personas, principalmente de las clases medias o "clases creativas", se manifestaron contra el gobierno y exigieron cambios políticos, la liberalización y la modernización de Rusia. Las elecciones, y la demanda de elecciones justas, se convirtieron en un tema de disputa política al igual que la figura de ese momento, el primer ministro Vladimir Putin.
La reacción del Kremlin al movimiento de protestas del invierno de 2011-12, que trasladó otra vez la política a las calles, fue variada, como de costumbre. En general, se podría describir como una mezcla bastante sofisticada de concesiones, represión y la incorporación de la oposición. Todo ello dirigido a neutralizar cualquier desafío político abierto y a mantener la estabilidad del régimen. El Kremlin ve la política como una estrategia basada en el poder y la democracia como una "tecnología política" (léase PR) y no como un sistema de valores y reglas.
Las concesiones fueron una respuesta calibrada a la principal crítica sobre la calidad de las elecciones rusas, cuestionadas por la misión de observación de la OSCE. El gobierno ruso ha optado por introducir sólo aquellos cambios que veía como importantes. Es decir, de forma bastante selectiva, decidió apoyar la narrativa de seguridad en la sociedad y el uso de la represión calibrada, una vez más, contra los medios de comunicación, canales occidentales de influencia y algunas figuras de la oposición. Por desgracia, la crisis en Ucrania y la creciente confrontación en las relaciones con Occidente fortalecen aún más los aspectos de la seguridad en las políticas internas del Kremlin después de 2013.

Elecciones en el régimen híbrido

Esto podría ser sorprendente, pero las elecciones en Rusia son importantes. Buena parte de la literatura evalúa el régimen político ruso contemporáneo como un autoritarismo competitivo/electoral [2] en el que algunos de los principios democráticos forman un ente híbrido con las tradiciones autoritarias, los valores y la praxis local. Las elecciones son todavía una parte importante, o la única, para poder legitimar el poder político en Rusia. Sin embargo, la carga o la dependencia del pasado son factores muy importantes. Para explicar esto, tenemos que hacerlo desde un enfoque estructural e institucional, más allá de las clasificaciones populares como "Putin, un ex oficial de la KGB".
El principal problema de las elecciones rusas es que son bastante injustas: el juego está distorsionado a favor de los gobernantes, mientras que los otros participantes tienen que jugar en condiciones más o menos discriminatorias. Ambas cosas ocurren de una manera bastante sofisticada y en el contexto dualista de la relación entre el régimen estatal y administrativo constitucional. [3] Pero el poder central (Kremlin) está interesado en que este tipo de elecciones sea creíble dentro de la sociedad rusa. Por otro lado, la credibilidad en el exterior se ve como algo secundario, ya que el pilar principal del Kremlin es la idea de la soberanía y la autonomía de Rusia.
Esta actitud fundamental del régimen hacia las elecciones como motor para la legitimidad ayuda a explicar el especial cuidado que se ha tenido este año en la credibilidad, la transparencia y la equidad relativa (de nuevo relativa) de las elecciones de este mes de septiembre. Esto se tradujo en una serie de cambios. Entre ellos había un cambio del marco legislativo con el fin de reintroducir el sistema mixto de representación: 250 miembros del parlamento fueron elegidos en base al sistema proporcional (listas de candidatos de los partidos) y los otros 250 miembros en base a los candidatos del sistema mayoritario (en circunscripciones de un solo mandato).
La siguiente novedad fue la introducción de unas elecciones primarias para determinar (al menos parcialmente) los candidatos del partido antes de las elecciones. Las elecciones primarias fueron utilizadas por el partido de gobierno, pero también por una serie de partidos más pequeños que compiten también en las elecciones. Otro cambio ha sido la bajada del umbral para la representación de los partidos en la Duma – del 7% otra vez al 5%. Se creía que esto, junto con el sistema mayoritario, abriría el campo de la competencia en las elecciones. Además, se levantaron parcialmente las estrictas regulaciones burocráticas para el registro de los partidos. Así pudieron participar 14 partidos políticos en las elecciones, un 100% más que en 2011. Se hicieron algunos cambios para asegurar, al menos de manera formal, el acceso de todos los partidos a los medios de comunicación estatales. Por último, el Kremlin cambió el presidente de la Comisión Electoral Central (CEC). El ‘mago’ electoral Vladimir Churov fue reemplazado por Ella Pamfilova, ex Defensora del Pueblo de la Federación Rusa.
El informe preliminar de la misión de la OCDE en Rusia, sin embargo, todavía muestra muchos defectos, principalmente relacionados con algunas irregularidades regionales, pero también con la legislación electoral de Rusia y, sobre todo, la desigual y desleal cobertura en los medios. También se mencionaron algunos cambios positivos. [4] Más de una semana después de las elecciones hubo varios informes de irregularidades que se encuentran bajo investigación. La CEC no excluye la posibilidad de que las elecciones se tendrán que volver a realizar en algunos lugares.
Por lo tanto, las elecciones de 2016 fueron motivadas por dos objetivos: garantizar la credibilidad interna y mantener la hegemonía de Rusia Unida o de Putin en el contexto de una continua búsqueda de estabilidad.

¿Por qué ha ganado Rusia Unida?

La respuesta más fácil a esta pregunta sería: a causa de las elecciones viciadas. Pero esta sería una respuesta realmente superficial y demasiado fácil a un problema mucho más complejo. Permítanme hacer esta pregunta de otra manera: ¿cómo es posible que el partido gobernante haya ganado unas elecciones con el peor estancamiento económico y social desde la perestroika? Para responder a esta pregunta encontramos múltiples factores ideológicos y político-culturales.
En primer lugar, existe el carácter plebiscitario de las elecciones en Rusia, que se remonta a la época de Boris Yeltsin. Parece que este año la votación se convirtió en un voto a favor o en contra de Putin…otra vez. A pesar del hecho de que Vladimir Putin, sigue siendo extremadamente popular como presidente de Rusia, no fue la "marca" visual principal de Rusia Unida (como en 2011). Fue posible mantener la narrativa clave de que Rusia Unida es la fuerza política de Vladimir Putin.
Una visión simbólicamente personalizada de la política sigue caracterizando la política rusa en general y se está convirtiendo en una parte fundamental de la imagen política de Rusia Unida. Todo esto a pesar de algunas medidas muy impopulares antes de las elecciones, la crítica abierta al primer ministro, Dmitry Medvedev, y los esfuerzos por parte de la oposición política para volver a la consigna de 2011, que acusó a Rusia Unida de ser el partido de "ladrones y estafadores". Rusia Unida no se vio afectada por el estancamiento social y económico que se profundiza en Rusia gracias a la figura ampliamente despolitizada de un presidente popular. Putin está encarnando, de una manera muy posmoderna, una especie de meta-programa más allá de cualquier programa del partido.
En segundo lugar, la imagen del actual presidente, Vladimir Putin, se basa en gran parte en su política exterior. Putin ofrece ahora una nueva y poderosa narrativa de "Rusia – grande otra vez", en el contexto de una crisis socioeconómica tanto con dinámicas y fuentes externas e internas.
>Por otra parte, es posible que la estabilización socio-económica en 2000 y 2009 aún beneficie a Putin en forma de alguna esperanza proyectada hacia el futuro. Es posible que haga creer a muchos que él puede (y por lo tanto Rusia Unida también puede) sacar a Rusia de las últimas crisis múltiples. Por lo tanto, el presidente no se percibe como parte de la crisis, sino como un actor no involucrado que la trasciende.
En el discurso doméstico es posible observar un énfasis relativamente fuerte en el nuevo modelo económico para Rusia. Como ya es tradición, Rusia, está firmemente ligada a las grandes ambiciones de poder más que con la idea del bienestar general de los ciudadanos rusos. El problema clave es que el nuevo modelo económico existe en gran medida sólo en papel y las élites de Putin (organizados en varias facciones) no alcanzan un compromiso sobre el mismo. Debemos buscar las razones de esto en la economía política rusa actual.
En tercer lugar, la narrativa de gran potencia/patriótica de la política rusa (a veces llamado el "consenso de Crimea") se ve inevitablemente reforzada por occidente con su reciente postura anti-rusa y, a veces incluso rusófoba. A ambos lados, (no sólo la parte rusa como algunos tratan de argumentar) hay un fuerte componente de imagen de enemigo que retroalimenta a ambas partes. Y la imagen polarizada del enemigo con connotaciones emocionales se vende – sobre todo en las campañas electorales. También había un componente patriótico anti-occidental que reforzó la posición de Rusia Unida. Por otro lado, esto también debilitó drásticamente a sus oponentes liberales pro-occidentales (Yabloko, Parnas). [5] Por último, otros tres competidores parlamentarios, apoyaron más o menos el meta-programa de Putin, lo que distorsionó las alternativas programáticas que ofrecían. En pocas palabras, no había diferencias claras entre las que elegir.
En cuarto lugar, también hay que tener en cuenta factores no ideológicos. Para mencionar sólo uno: Rusia Unida se preparó efectivamente bien para las elecciones, especialmente debido a las primarias, algo que les permitió poner a prueba el panorama político regional y local. Esto dio sus frutos, especialmente en el caso de circunscripciones de mandato único.

Los límites de la victoria

Sin embargo, hay razones para ser cautelosos sobre la victoria de Rusia Unida. Hay varios factores que demuestran los límites de las políticas de movilización actuales bajo el debilitamiento del "consenso de Crimea", lo que indica también que la pérdida del consenso Putin basado en la estabilidad económica y social y el crecimiento está empezando a tener sus consecuencias. Es probable que estas consecuencias políticas crezcan lentamente en el futuro.
En primer lugar, tenemos que tener en cuenta que Rusia Unida ganó en el contexto de una brusca caída de participación electoral (más del 12%). Por primera vez en la historia reciente de Rusia (después de 1990), habrá un Parlamento minoritario. Sólo el 48% de los votantes acudieron a votar y expresaron su opinión, mientras que el 52% se quedó en casa en silencio. En un contexto más amplio, el 48% parece bastante normal, en el contexto ruso es un cambio notable.
Ahora, algunos críticos acusan a Rusia Unida de intriga con respecto al cambio de la fecha de las elecciones. [6] Esta primavera, la Duma acortó su incumbencia con el fin de organizar las elecciones en septiembre (junto con algunas elecciones regionales y gubernamentales en un llamado "día único de elecciones"). Y parece que esta pasividad electoral finalmente ha favorecido mucho Rusia Unida.
Desde el punto de vista de la estabilidad política (y en el contexto de una estagnación socio-económica a largo plazo) cuesta ver esto como una buena señal. La mayoría silenciosa es un riesgo potencial para la estabilidad del propio régimen de Putin. Se puede decir que el consenso de Crimea es un factor despolitizador y no movilizador, o que sus dinámicas movilizadoras están desacelerándose de forma importante. Es posible que el silencio sea una mezcla de pasividad (‘no me interesa la política’), desconfianza sistémica (‘no confío en las elecciones’), protesta y descontento. Finalmente, la falta de alternativas políticas reales como en las democracias occidentales también es un factor que contribuye a ello.
Pongamos la victoria de Rusia Unida en términos matemáticos más claros. En comparación con los resultados de 2011, Rusia Unida de hecho ha perdido cerca de 4 millones de votos, o – dicho de otra manera – de 111 millones de votantes rusos, casi 28 millones votaron por Rusia Unida en 2016. En 2011, Rusia Unida tenía casi el 49,3% de apoyo mientras que este año contó con el apoyo del 54.12% en el sistema proporcional y dominó totalmente las elecciones mayoritarias en las circunscripciones de un mandato único. Por lo tanto, tenemos una situación bastante paradójica. Incluyendo los votos del sistema mayoritario, el partido controla el 76% de los escaños en el Parlamento, con la condición del apoyo más pequeño (o silencioso). Los siguientes tres partidos parlamentarios se convierten en perdedores, ya que perdieron escaños en comparación con 2011. Al menos nominalmente los partidos orientados a la izquierda y de oposición como Rusia Justa y el Partido Comunista de la Federación Rusa pueden considerarse los grandes perdedores en el año 2016 ya que las pérdidas de ambos partidos fueron considerables.
Por último, pero no menos importante, hay que destacar el desempeño regional de Rusia Unida en el espacio heterogéneo ruso. Aquí tenemos tradicionalmente unas situaciones muy diversas. En el sur de Rusia (principalmente Cáucaso,) Rusia Unida recibió un gran apoyo (entre el 80-90% en Chechenia y otras repúblicas), mientras que en algunas regiones de Siberia al sur y sur-este fue solo de entre el 33 a 38 y el 40% en el contexto de una participación muy baja (alrededor del 35% de media). Estadísticamente, estas regiones comenzaron a sentir los efectos del estancamiento más que las de la periferia sur, con su especial posición basada en la seguridad. Pero curiosamente, en dos ciudades rusas grandes, ricas y globalizadas, la situación fue muy similar a la que en algunas partes de la menos acomodada Siberia. En San Petersburgo y en Moscú, Rusia Unida ni siquiera alcanzó el 40% de los votos y la participación fue de aproximadamente el 33%.

Futuros escenarios en la política doméstica de Rusia

¿Cómo se podría traducir esta nueva situación emergente de la hegemonía parlamentaria de Rusia Unida en la vida política de Rusia?
Rusia tiene una constitución supra-presidencial, que limita el margen de maniobra política del parlamento (poder legislativo) en relación con el poder ejecutivo del Kremlin y su gobierno. En la Rusia de hoy podemos evaluar el sistema de partido dominante y centrado en el Kremlin como una versión diferente de la política de partidos cártel basado en un consenso inter-partidos como un sistema de reglas, acuerdos, compromisos y negociaciones no escritas. El marco básico del sistema de carteles centrados en el Kremlin no cambió después de las elecciones: todavía hay cuatro partidos parlamentarios en la Duma. Lo que hizo el cambio es la relación de fuerzas en ella, y también la situación interna del partido gobernante Rusia Unida.
El primer escenario se puede proyectar de manera simplista: El partido renovado y fuerte del poder monopoliza totalmente el parlamento y no buscará un consenso entre los partidos. La posición débil del Parlamento en el sistema político se profundizará y el Kremlin tendrá carta blanca para cualquier proyecto futuro para Rusia en un sistema donde la oposición política ha desaparecido prácticamente. Este es un escenario sencillo de hegemonía, pero cuya estabilidad, sin embargo está en riesgo debido al estancamiento a largo plazo.
Si observamos cuidadosamente el estilo de la política Putin podemos ver claramente que Vladimir Putin prefiere la hegemonía del consenso a las medidas represivas (lo que no impide su uso en casos particulares). Por supuesto, esto no es un consenso democrático en el sentido de que tendría en cuenta al pueblo ruso, es más bien un proceso de negociación entre la élite, donde el pueblo desempeña principalmente un papel de asistencia. Pero, y sobre todo en el contexto de la crisis socioeconómica, no puede ser totalmente ignorado.
El segundo escenario se basa en la creación de un consenso dentro del existente (y de hecho confirmado) cártel centrado en el Kremlin y hacia la opinión pública. Ya está claro que Rusia Unida ofrecerá algunas concesiones a los tres partidos políticos en el Parlamento a través, por ejemplo, de una nueva división del trabajo en las comisiones parlamentarias. [7] El propio presidente Putin, muy poco después de las elecciones, se alejó de cualquier política de que el vencedor se lleva todo y pidió una división del trabajo basada en el consenso (que también incluye una responsabilidad pública amplia en las políticas de austeridad que van a llevarse a cabo). [8]
Paradójicamente, como algunos sostienen [9], la situación actual de Rusia Unida podría ayudar a hacer cumplir la función política del parlamento en el futuro (pero, por supuesto, dentro de los límites del régimen híbrido).
Las elecciones, de hecho, dieron lugar a una mayor regionalización de Rusia Unida seguido de una notable renovación de cuadros de alrededor del 70%. Esta regionalización se reflejará en una lucha (y competencia) cada vez más fuerte por los recursos presupuestarios (centro – eje de distribución regional) dentro del grupo de Rusia Unida, y esto bien podría contribuir, no a la homogeneidad política, sino más bien a la heterogeneidad de intereses. Y también es probable que la nueva Duma se impregne por una mayor presión de los lobbies regionales.
Por otra parte, Vladimir Putin ha nominado a Vyacheslav Volodin – su ex comisario de la política interna de la administración presidencial – como nuevo presidente de la Duma y el 5 de octubre Volodin recibió el mandato del Parlamento para esta función. Volodin está considerado como un político ambicioso que, probablemente, estará muy interesado en aumentar el papel político de la Duma (y el suyo propio). Esto puede contribuir a que el parlamento tenga un nuevo papel en el futuro. Por otra parte, hay otras señales que indican, no sólo una serie de cambios de cuadros, sino también cambios con respecto a las competencias en el sistema ruso de gobierno/de gestión política. Parece que los centros de poder podrían pasar de la administración presidencial al Consejo de Seguridad y a la Duma, mientras se buscan nuevas formas de equilibrio interno.
En cualquier caso, habrá que resolver unos rompecabezas políticos muy importantes en Rusia. Su política exterior, destinada a volver a ser una potencia regional, junto con el estancamiento socioeconómico y la búsqueda de un nuevo modelo económico más allá de una economía basada en los recursos naturales, es un desafío importante en el contexto de la realización de cualquier tipo de consenso social estable.
Veronika Sušová-Salminen, Ph.D. es una historiadora comparativa checa con sede en Finlandia. Sus temas de interés son la política rusa y del Centro de Europa y del Este, las relaciones entre Rusia y la Unión Europea y la geopolítica. En 2015 publicó una monografía (en checo) sobre política en la Rusia de Putin. También es colaboradora habitual de varias revistas y periódicos checos.
 
Notas:
[1] Paralelamente a las elecciones parlamentarias, también hubo elecciones de gobernadores (en 9 regiones), de asambleas legislativas regionales (en 39 regiones) y algunas elecciones municipales. Aquí, la hegemonía de Rusia Unida fue también muy clara. Véanse los gráficos aquí (en ruso)http://www.kommersant.ru/elections2016.
[2] Por ejemplo: Levitsky, Steven – Way, Lucan, The Rise of Competitive, en Journal of Democracy, Vol. 3, N. 2/2003, 51-65, Gelman, Vladimir, The Rise and Decline of Electional Authoritarianism in Russia, en Demokratizatsiya, vol. 22, número 4, primavera de 2014, 503-522.
[3] Véase el argumento de Richard Sakwa, The Crisis of Russian Democracy. The Dual State, Factionalism and Medvedev Succession, Cambridge University Press: Cambridge – New York 2010.
[4] Véase el informe preliminar de la misión de la OSCE en Rusiahttp://www.osce.org/odihr/elections/russia/265186.
[5] El resultado de Yabloko fue del 1.99 % en el Sistema proporcional, 0 diputados en las circunscripciones de un solo mandato. Parnas obtuvo el 0,76 % en el sistema proporcional y ningún diputado en las circunscripciones de un solo mandato.
[6] Véase el artículo en Novaya Gazeta (en ruso): http://www.novayagazeta.ru/columns/74605.html.
[7] Habrá 26 comisiones en la nueva Duma, de las cuales 13 se dividirán entre los comunistas, los liberal-demócratas (5 cada uno) y Rusia Justa (3), y 13 estarán en manos de Rusia Unida. La división se refiere a los presidentes de las comisiones. Véase (en ruso)http://www.kommersant.ru/doc/3100109.
[8] Véase (en ruso) http://www.kommersant.ru/doc/3093724.
[9] Véase una entrevista a Ekaterina Shulman (en ruso): http://www.gazeta.ru/comments/2016/09/24_a_10213019.shtml.
Traducción: José Lis Martínez Redondo