Los conservadores continuarán gobernando un Reino Unido menos unido

Contra todos los pronósticos, el primer ministro conservador, David Cameron, fue capaz de obtener una mayoría absoluta en las elecciones generales celebradas en el Reino Unido el 7 de mayo de 2015. Ha sido un terremoto político por muchas razones. La derecha populista ha dejado claro que ha llegado para quedarse, mientras que Escocia confirmó que estaba nadando contracorriente con mayor fuerza que nunca.

Con 331 escaños de un total de 650 y el 36,9% de los votos emitidos, frente a 232 escaños y el 30,4% de votos a favor del opositor Partido Laborista (centro izquierda), el Partido Conservador (derecha) ganó inesperadamente con mayoría absoluta. El partido ahora puede dejar su antiguo socio de coalición, el Partido Liberal Demócrata (centro), que cayó de 49 a 8 diputados y se quedó con sólo el 7% de los votos (-15,2%). La amenaza del Partido de la Independencia del Reino Unido (UKIP, derecha populista) se frenó, ya que sólo ganó un escaño con el 12,6% de los votos emitidos. El Sr. Cameron debería estar encantado, ya que sus tres principales competidores a nivel nacional han renunciado al liderazgo de sus respectivos partidos. Pero todo es, sin embargo, algo más complejo de lo que parece.

Cameron: ganador por defecto

De hecho, el resultado se debe principalmente al sistema electoral del país que le da un mayor peso a la parte ganadora en cada distrito electoral en unas elecciones generales. En ese sentido, un ligero repunte en votos populares se puede traducir fácilmente en un torbellino de escaños para los que han logrado mantener una buena base de apoyo local. Por eso, el Partido Conservador ganó 24 escaños, mientras que su aumento en votos fue sólo del 0,8% en comparación con su récord de 2010; Mientras tanto, el Partido Laborista, a pesar de su aumento de un 1,5%, perdió 26 escaños.
Lo que fue en realidad un resultado modesto para el partido del señor Cameron (el segundo peor para una mayoría absoluta conservadora en un siglo) está lejos de ser un plebiscito en favor del programa del liberalismo económico y austeridad de los conservadores. Las opiniones están fuertemente divididas sobre el historial económico de la coalición: el crecimiento económico y el empleo se han producido a expensas de un aumento de las condiciones de trabajo precarias y la pobreza. Muchas reformas se promulgaron a pesar de la protesta social abrumadora, como se ha visto con la resistencia del movimiento estudiantil a la subida de las tasas universitarias. No es sorprendente ver que los demócratas liberales, que fueron elegidos hace cinco años con un programa de centro-izquierda, se han llevado la peor parte por su decisión de entrar en una coalición de gobierno con los conservadores que les llevó a traicionar muchos de sus compromisos iniciales.
Por consiguiente, sería más exacto hablar de un fracaso de los laboristas en lugar de un éxito conservador. Los laboristas, no fueron capaces de ofrecer una alternativa creíble a pesar de las buenas encuestas hasta el último mes antes de las elecciones generales. Su líder, Ed Miliband, se enfrentó a los críticos en ambos lados. Por un lado, los de la derecha del partido criticaron su disposición a desechar el legado de Thatcher de Tony Blair, el Nuevo Laborismo. Esta postura política provocó la pérdida de apoyos de los medios de comunicación y de los negocios, que optaron por apoyar a Cameron. Por otra parte, el ala izquierda del partido arremetió contra su conservadurismo fiscal.

Los ganadores morales: La xenofobia de la extrema derecha y la eurofobia

A pesar de la derrota personal de Nigel Farage, tenemos que tomar nota de los resultados electorales excepcionales del UKIP. Por primera vez en la historia del país, un partido populista de derecha ha logrado el tercer lugar en unas elecciones generales. Con el colapso de los centristas y un cuasi-status quo para el centro-izquierda (que progresó ligeramente gracias al Partido Verde que consiguió un 3,8% de los votos) estamos viendo, sobre todo, un giro hacia la derecha de los votantes británicos, que ha logrado casi el 50% de los votos, ya sea para UKIP o para los conservadores.
Inesperadamente, el UKIP, a pesar de presentar una agenda ultraliberal y conservadora, muy cercana a la línea de los conservadores, parece haber ayudado a los últimos. Con un discurso eurófóbo y xenófobo, el Sr. Cameron consiguió a última hora el apoyo de los votantes indecisos del UKIP. Por el contrario, el Partido Laborista, que se enfrentó a los ataques por el partido anti-Europa dirigidos a sus votantes tradicionales, es decir, a la clase obrera, quedó políticamente desarmado y perdió varios distritos. Podemos predecir con mucha certeza que el UKIP estará presente en todo el espectro político británico durante algún tiempo. Cediendo a la presión del UKIP, Cameron se ha comprometido a la celebración de un referéndum sobre la adhesión del Reino Unido a la Unión Europea.

Escocia nada contracorriente

El cambio político más significativo ocurrió en el norte del país. El Partido Nacional Escocés (SNP, independentistas de centro-izquierda) consiguió el apoyo de la mitad de los votantes (aumentando sus votos en un 30%). De todos los partidos, ellos aprovecharon mejor que nadie el sistema electoral y vencieron en 56 de los 59 distritos electorales de Escocia. Aunque esta región post-industrial devastada durante la era Thatcher votaba tradicionalmente a los laboristas (al menos en las elecciones generales), estos fueron casi totalmente barridos en la batalla al norte del río Tweed. Perdieron 40 escaños y sólo lograron un 24,3% (-17,47%) de los votos.
Estos resultados electorales se venían viendo y están en línea con el impulso político del  referéndum de independencia de Escocia, celebrado en septiembre de 2014. Escocia nunca aceptó el paso que dieron los laboristas hacia el neoliberalismo, y éstos parecían estar cavando su propia tumba, dirigiendo el campo de los unionistas, lo que cristalizó la hostilidad hacia Westminster. A pesar de perder el referéndum, independentistas como el SNP se aprovecharon de la ola de activismo provocado por la campaña de la independencia que hizo que se afiliaran muchas personas nuevas al partido. Esta voluntad ciudadana se refleja en la alta participación de votantes en Escocia (71,1%), que son 5 puntos por encima de la media nacional.
Su triunfo electoral se debe, en gran parte, a una campaña muy de izquierdas, que desafió sin temor a la agenda conservadora, proponiendo un aumento del gasto público, inversiones en servicios públicos y en el empleo, el aumento de impuestos para los más ricos y los recortes en el presupuesto militar, etc. La líder nacionalista, Nicola Sturgeon, le tendió muchas veces la mano al señor Miliband (sin éxito) con una oferta de construir una coalición para poner fin a la austeridad. La ola del apoyo al UKIP  se detuvo obviamente en la Muralla de Adriano, dando a este partido unos resultados electorales marginales en Escocia.  
La oposición entre una Escocia progresista y una Inglaterra conservadora es más aguda que nunca. La próxima legislatura será inquieta, para el deleite del señor Cameron, que no tiene ningún interés en detener el ascenso del SNP para limitar de forma efectiva cualquier futura mayoría laborista. Se está gestando un conflicto sobre la promesa de devolución hecha por el primer ministro británico, cuyo proyecto es visto por muchos como una vuelta de tuerca hacia más de austeridad.

Luchas sociales

Las cuestiones sociales también provocarán enfrentamientos políticos. Los conservadores quieren reducir el gasto público en 41.000 millones de euros en el transcurso de dos años, tres cuartas partes de estos recortes afectarán a los subsidios de bienestar. "Con los conservadores solos en el gobierno, sabemos exactamente qué podemos esperar – recortes más destructivos y más ataques a nuestras comunidades", dice la coalición anti-austeridad Asamblea del Pueblo, que llama a una mayor movilización social, en particular a una manifestación nacional prevista para el 20 de junio frente al Banco de Inglaterra. Recientemente, tras la reelección de Cameron, cientos de manifestantes bloquearon Downing Street durante unas horas antes de ser dispersados por la policía. Muy revelador de hecho…