Inhumano, tramposo y esquizofrénico

En la cumbre Paris se llegó realmente a un acuerdo. Pero desde el punto de vista de lo que se tiene que hacer para evitar realmente una catástrofe climática, el acuerdo es demasiado flojo.

Dentro de la tortuosa lógica de la diplomacia de las UN sobre el clima, el acuerdo de la cumbre puede parecer como un gran paso. Pero sería cínico, si se tienen en cuenta las millones de víctimas del cambio climático, convertir esto en la vara de medir para la valoración de los resultados de las negociaciones en París. Si se consideran la reducción drástica de las emisiones que sería necesaria, este acuerdo es cínico, tramposo y esquizofrénico.  
Es cínico porque asume voluntariamente que las bases de vida de millones de personas se van a destruir en favor de los beneficios y del mantenimiento del bienestar. El hecho de que se encuentre el límite de 1,5 grados en el texto es, como mucho, una victoria pírrica, porque el acuerdo ni siquiera menciona que para ello se deberían dejar el 90% de los recursos fósiles bajo tierra y que el mundo debería reducir sus emisiones de gases invernaderos entre el 70 y 95 por ciento hasta el año 2050. ¿Cómo va a garantizar este tratado que eso suceda, si ni siquiera se ha introducido el concepto “descarbonización” en el texto?  
El tratado también es cínico porque ofrece al sur global unas limosnas, en lugar de establecer indemnizaciones por los suelos degradados, las islas borradas de los mapas o la desaparición de recursos de agua potable debido al derretimiento de los glaciares.     
El acuerdo es tramposo porque dice en unos párrafos blanditos que puede detener el cambio climático, mientras que los gobiernos siguen avanzando con fuerza con los tratados de libre comercio, que hacen progresar con más fuerza los modelos de producción y de consumo destructivos de occidente y eliminan las legislaciones nacionales de protección al medio ambiente y sobre el clima.   
Y el tratado es esquizofrénico porque dice proteger el clima, mientras que el texto hace todo lo posible por proteger  los intereses de la economía. Lo único que nos queda ahora: Los movimientos sociales deben imponer desde abajo los cambios necesarios para proteger el planeta.  

 Publicado por la fundación Rosa Luxemburg Stiftung Traducción: José Luis Martínez Redondo